Los 24 directores generales a dedo que nos cuestan 2,4 millones al año: el enorme desprecio a funcionarios

Fuente: 
elespanol.com

Estos cargos deben ser para miembros de la función pública de categoría A1, por lo que se han impugnado sus nombramientos ante el Supremo.

A Héctor hay una cosa que le apasiona, por la que se desvive: la política. Pasa sus días felizmente como concejal en uno de esos pueblos minúsculos y recónditos de la geografía hasta que le llega su gran oportunidad: un amigo le dice que si quiere aspirar a un cargo grande, de esos con proyección. “Pero si para ese puesto hay que ser funcionario, y yo, no lo soy”, diría Héctor. “No pasa nada, te lo apañamos”, le respondería su colega, ahora más cercano que nunca. Y ahí empieza su nueva vida, su nuevo sueldo, su nuevo todo. Hasta que, menos de un año después, le sabe a poco y lo deja para aspirar a algo más. Le hacen diputado en el Congreso y el cargo por el que tanto se iba a deslomar queda vacante, como a la espera de un nuevo camarada.

Esto, que parece una burda triquiñuela extraída de la serie Vota Juan, el House of Cards cañí, es sólo una parte de un prisma más amplio que está reflejando la realidad de la política española. Nuestro protagonista, Héctor, es Héctor Gómez, antiguo concejal de Desarrollo Local y Juventud del Ayuntamiento de Guía de Isora (20.000 habitantes, en Tenerife), hasta que le nombraron director general del Instituto de Turismo de España. Pasó un año ahí, a la cabeza, y en marzo de 2019 concurrió a las generales y ahora es diputado del PSOE. Dirán las malas lenguas que en todo esto tendrá algo que ver que es miembro de la ejecutiva socialista de Pedro Sánchez. Dirán. Pero Héctor no está solo, es uno más.

 
En el ya no tan nuevo Gobierno de coalición hay 26 altos cargos, direcciones generales -que en realidad son 24 nombramientos por el Consejo de Ministros y un par aún por nombrar-, a los que se les ha eximido de la obligatoriedad de ser funcionarios. Y en ellos se nota perfectamente cómo, a la vista de todos, se están torciendo las reglas para acabar premiando con puestos y sueldos altos -los directores generales cobran entre 80.000 y 100.000 euros- a amigos de partido. En la última etapa de Mariano Rajoy estos 26 fueron sólo 10 y en la primera legislatura de Pedro Sánchez fueron nueve. Ahora, la cifra se ha triplicado. Así es la nueva política, que huele a cerrado.

Mientras que ahí fuera hay algo a lo que llaman coronavirus que anda arramblando, la maquinaria del amiguismo y enchufismo en la política española sigue su curso, infectando cada día más. Se ve en el dinero: el nuevo Ejecutivo gasta un 11,2% más que el último Gobierno de Mariano Rajoy en sueldos para puestos asignados a dedo, una cifra que en total asciende a 41 millones de euros. Pero donde más se nota todo esto es en el caso de las direcciones generales de cada Ministerio.

Sigue leyendo el artículo original aquí.