La Administración Pública no debe ser rehén de la política

Fuente: 
eleconomista

"La mala gestión hace que nuestras instituciones pierdan profesionalidad"

Tribuna del Presidente de Fedeca, Jordi Solé, para el Economista

En España existe una Administración Pública que funciona razonablemente bien, especialmente en su nivel central, lo que ha contribuido a que el país haya podido sortear con daños menores de los previstos etapas difíciles de su historia, como la crisis económica, social y moral que se produjo a partir del año 2008. Aunque los efectos de este último episodio no se puede decir que hayan sido superados del todo, el hecho de contar con una Administración profesional y eficiente ha favorecido, sin ninguna duda y en buena medida, a que el modelo de transición de una España autoritaria a una España democrática haya sido un ejemplo para buena parte del mundo.

Sin embargo, desde esa misma transición se ha venido produciendo, de forma silenciosa pero continua, una tendencia de la clase política a controlar la Administración, a colonizarla. Ello, al principio, estaba justificado quizás por el temor a que una función pública reclutada bajo el régimen franquista pudiera torpedear los movimientos de reforma democrática, pero ahora, la mayoría de las veces, responde al puro afán de poder, legítimo o ilegítimo, del político de turno, que ha considerado que la Administración es un instrumento para ejecutar las políticas que él estima convenientes, sean de acuerdo con lo dispuesto en la norma legal o bien, simplemente, desconociéndola.

Esta situación ha comportado efectos negativos graves para nuestra Administración Pública. En primer lugar, ha supuesto un daño moral en forma de una creciente desconfianza de nuestros ciudadanos hacia nuestras instituciones, aunque hay que admitir que esa desconfianza se ha dirigido, mucho más que contra la Administración, contra las instituciones políticas.

Además, esta colonización de la administración ha tenido efectos más tangibles, como la disminución de su eficacia y profesionalidad dado que, como consecuencia de la misma, la Administración no siempre ha estado dirigida por los mejores, sino por los más amigos o por los más fieles. No hay que olvidar que para la ejecución de la acción administrativa no siempre se han elegido las mejores opciones, sino las que han sido impuestas desde arriba.

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